domingo, 17 de febrero de 2013

El rebaño que se escapó.



Don Este tenía 300 ovejas y 20 de ellas eran rebeldes; jamás hacían caso. En reiteradas ocasiones Don Este debía recurrir a la varilla mágica para que las ovejas descarriadas se ordenaran un poco. Ciertamente que "un poco" era lo máximo que se podía lograr con estos animales trastocados, pues independiente de lo mucho que el caballero Este se encargara de organizarlas, de igual modo las ovejas generaban alboroto.

Nunca nadie en la vida podría haberse imaginado que el alboroto aquel estaba ligado a una gran revuelta que, secretamente, las ovejas concertaban día a día. 2 del grupo de "Las 20" eran las cabecillas. Planeaban la revolución desde hace meses. La idea era, sencillamente, escapar del lugar al que habían sido esclavizadas y en donde por años habían sido explotadas, y luego de eso, "tomarse el mundo". Sonaba fácil, bonito, simple, utópico, soñador. Sonaba a muchas cosas. Pero lo más importante para ellas era que sin el apoyo de las 280 ovejas que faltaban, el éxito de la hazaña no tendría para cuándo.

Cada día, mientras trabajaban en las faenas del campo, el grupo de Las 20 se juntaba, e ignorando por completo las instrucciones del amo, dialogaban enérgicamente sobre el ansiado momento. Todas concordaban en que la huida debía llegar rápido, puesto que ya les era imposible esperar más. "Estamos hartas de nuestra situación existencial. No queremos más humillaciones y malos tratos. Queremos ser libres. ¡Exigimos libertad!".

Creyendo oportuno obligar a las demás ovejas a que se escaparan junto a ellas, las cabecillas del grupo de Las 20 comentaron esta idea a sus secuaces, las que dichosamente respondieron que estaban de acuerdo.

Sin más ajetreo y diálogo innecesario, el día 6 de junio del año 2006, el grupo de Las 20, liderado por las 2 cabecillas, y las 280 ovejas restantes (ovejas obligadas), tomaron rumbo hacia el límite de la granja de Don Este, el que daba hacia un pastizal que aparentemente no pertenecía a nadie, y que además quedaba camino al Norte (y estas ovejas (las del grupo de Las 20, que eran letradas) habían leído mucho acerca del Norte).

Al encontrarse con el término de la finca y cruzar hacia la pradera prometida, el júbilo de las ovejas era tal que durante 15 minutos no pararon de gritar, saltar y correr en círculos. Sentían felicidad extrema, sentían que no cabían en la lana. Habían burlado toda medida de seguridad de Don Este y por fin habían escapado. Eran libres.

Las 2 cabecillas, más las 18 ovejas (grupo de Las 20), decidieron (luego de la disfrutante celebración) partir primero, y siguieron la caminata como se había acordado: rumbo al Norte, muy al Norte, lo más al Norte que pudiera existir. Mas no alcanzaron a dar 30 pasos, porque, de pronto, cayeron todas al vacío. Un precipicio de más de 50 metros las tomó por sorpresa. Murieron, por supuesto.

Las 280 ovejas que quedaron atrás miraron perplejas la escena. Se observaron entre ellas durante unos segundos y súbitamente comenzaron a gritar, saltar y a correr en círculos, igual que hace un instante. Claro que esta vez gritaron más fuerte, saltaron más alto y corrieron muchísimas veces en círculos. Eran libres. Ahora sí.



Mayda Plant

02/10/2009

1 comentario:

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